top of page

El arte de estudiar bien

Por Pablo López, Docente y Experto en Métodos de Estudio  


Quiero que me acompañes a imaginar una historia. José es un albañil perfectamente capaz, fuerte e inteligente. Va cada día al trabajo porque no quiere defraudar a su familia. Su jefe le consiguió una obra importante: arreglar tejados en un gran condominio. Una oportunidad excelente. Sin embargo, día tras día, José llega y su jefe le da una caja de herramientas vacía. Poco a poco, José empieza a perder la motivación. ¿De qué sirve esta gran oportunidad si no puede hacer nada sin herramientas? Aunque parezca absurda esta historia, es la realidad de millones de estudiantes en el mundo académico.


Tenemos un problema que se ha ido transmitiendo de generación en generación y, aunque parezca raro, no se ha creado una solución generalizada. Como sociedad nos hemos obsesionado con obligar a “estudiar” en lugar de enseñar a aprender. 


Muchos estudiantes se encuentran en un espiral negativo  


Como maestro siempre planteo la misma pregunta a mi alumnado: “El colegio les dice que estudien, pero… ¿alguna vez les han enseñado a estudiar?” Sus caras dan saltos entre la realización y el enojo. Muchos de ellos no se lo habían planteado antes, pero es una realidad asumida. “Debo estudiar y no tengo ni idea de cómo hacerlo”.

A la hora de estudiar, el alumno comete muchos errores comunes. Resaltan sin criterio, repiten lo mismo una y otra vez y tratan de memorizar un mensaje vacío, sin encontrarle sentido. Esta realidad de un elevadísimo porcentaje de estudiantes no solo impide que el cerebro retenga información a largo plazo, sino que también lo estresa. Este estrés deriva en dos grandes problemas: se reduce la capacidad de aprender y se genera un rechazo hacia el propio aprendizaje. 


Hay métodos simples y efectivas para todos los alumnos


La neurociencia ha demostrado que no todas las personas aprenden de la misma manera. Las técnicas de estudio se han ido desarrollando para aprovechar las fortalezas de cada mente. Son herramientas cognitivas y estratégicas que ayudan a procesar, organizar y retener la información. ¡Ojo! No les estoy hablando de una varita mágica, sino de cómo puede hacerse posible que el cerebro aprenda ajustándose a las capacidades de cada uno. Con esto, además, logran una mayor eficiencia estudiando menos tiempo para obtener mejores resultados, autonomía y confianza.

Lo que está en juego no son solo las notas, sino la forma en que los niños se relacionan con el aprendizaje para el resto de su vida. Un estudiante que sabe cómo aprender no depende de la suerte ni de la memoria, sino de la estrategia. Aprende a planificar, a concentrarse, a conectar ideas y a sentirse dueño de su propio progreso. Y cuando eso ocurre, la motivación deja de ser un problema: nace de la confianza en sus propias capacidades. 


Cuando sabemos estudiar, todo cambia.
Cuando sabemos estudiar, todo cambia.

La diferencia entre rendirse o seguir intentando


Aprender a estudiar no solo mejora las notas, también cambia la relación que un estudiante tiene con el aprendizaje. Cuando entiende cómo funciona su mente, deja de sentirse perdido y empieza a sentirse capaz. Y ese pequeño cambio —de la obligación a la comprensión— marca la diferencia entre rendirse o seguir intentándolo.

Comentarios


bottom of page