¿Cómo convertir notas bajas en una oportunidad de crecimiento?
- Tatjana Menge
- 5 nov
- 3 Min. de lectura
Por Pilar Salguero, psicopedagoga y psicóloga
Llegó el cierre del año escolar y, con él, las temidas notas. Algunos padres se preocupan, otros castigan, y otros se frustran al ver que no fueron de los mejores. Pero vale la pena detenerse un momento y recordar: las notas no definen ni la inteligencia ni el futuro de tu hijo.
Una nota no dice si tu hijo es inteligente o no. Sólo muestra qué tanto ha comprendido hasta ahora y qué materias necesita reforzar. Especialmente en materias como matemáticas o idiomas, donde cada tema se construye sobre el anterior, una nota baja indica que probablemente hay brechas de aprendizaje.
Un número no mide el esfuerzo ni el potencial
Un 60 no significa que tu hijo sea malo en matemáticas y tampoco es una señal que nunca podrá ser ingeniero. Nuestro rol como Padres es detectar esas lagunas y ayudar a nuestro hijo/a a cerrarlas. Brechas que hablan de contenidos no comprendidos, hábitos por fortalecer o incluso emociones o creencias que interfirieron en el aprendizaje.
En materias como matemáticas o idiomas, esas brechas tienden a crecer si no se atienden, porque cada nuevo tema se apoya en el anterior. Por eso, más que preocuparte por el número, pregúntate: “¿Qué necesita entender mejor mi hijo? ¿Cómo puedo ayudarle a recuperar esos temas?”
Las notas no son el final del camino. Son un mapa que señala dónde hay que detenerse, mirar con calma y volver a construir. Pero ¿Cómo?
Hablar con los hijos cambia la perspectiva
En lugar de empezar la conversación con un sermón, un regaño o un castigo, empecemos con preguntas que nos acerquen a nuestros hijos y nos permitan comprender su situación: “¿Cómo te sentiste este trimestre? ¿Sientes que diste lo mejor de ti? ¿Qué crees que podrías hacer diferente el próximo año?” Estas preguntas no solo invitan a reflexionar, sino que enseñan responsabilidad y enfoque hacia el futuro. Les muestran que los resultados se pueden analizar, comprender y mejorar, sin culpa ni miedo.
Las causas para notas bajas pueden ser tan diversas como: estudiar a última hora, bloqueo en exámenes, miedos, falta de motivación, falta de confianza y seguridad, problemas con maestros, preocupaciones o incluso dificultades de aprendizaje. Si quieres profundizar en cómo las emociones influyen en el rendimiento escolar, te recomiendo leer ¿Las malas notas generan frustración o la frustración genera malas notas?, un artículo que explora precisamente cómo el estado emocional puede afectar el aprendizaje y la motivación de los niños.
Lo que más necesitan los hijos al final del año
Al final del ciclo, los hijos no necesitan más presión. Necesitan sentir que los miramos con amor, no con frustración. Que los acompañamos para mejorar, no para comparar. Cuando un niño siente comprensión, su cerebro se relaja y puede volver a aprender. Cuando siente miedo o vergüenza, se bloquea. Por eso, la mejor nota que podemos darles como padres es decirles: “Estoy contigo, ¿cómo te puedo ayudar?”

Pero, ¿qué pasa si mi hijo ni siquiera aspira a mejorar sus notas?
Este es un momento clave para detenernos y mirar más allá de las notas. Cuando un hijo no muestra interés o motivación, normalmente no es porque no le importe, sino porque en algún momento sintió que no podía lograrlo, que fallar era inevitable o que ya no valía la pena intentarlo.
Ahí es donde nuestra mirada puede marcar la diferencia. No con más castigos, sino con conexión. Con conversaciones que empiezan por: “¿Qué sientes cuando te hablo de tus notas?” o “¿Qué te gustaría que fuera diferente en el cole? Detrás de la apatía casi siempre hay frustración, miedo o cansancio. A veces, el niño no necesita más exigencia, sino un descanso, una guía distinta o un cambio en la forma en que se le enseña. Recordemos que equivocarse no los hace menos, que siempre hay tiempo para volver a intentarlo y que el aprendizaje no se mide solo en números, sino en crecimiento y actitud.
Si tu hijo se esforzó, debe ser suficiente. Si no, mandamos el mensaje: Nada es suficiente. Tengamos cuidado de no enviar un mensaje que diga: “No fuiste suficiente… no llegas a mis expectativas.” Esos mensajes destruyen. Y lo que más necesita un alumno al cerrar el año es sentirse amado, valorado y capaz, sin importar el número que diga la nota, porque la nota no lo define. Usa este cierre de ciclo como una oportunidad para escuchar, reforzar y motivar. Porque lo más importante no es si el promedio fue alto o bajo, sino que tu hijo termine el año sabiendo que puede aprender, mejorar y volver a intentarlo, con tu apoyo cerca.
Y si quieres acompañarlo durante las vacaciones para que recupere la confianza y cierre esas brechas de forma positiva, te recomiendo leer ¿Cómo motivar a mi hijo para que quiera cerrar sus brechas durante estas vacaciones?.



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