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¿Hijos sin ganas de estudiar?

Actualizado: 12 may 2023

Los padres desean que sus hijos disfruten el aprendizaje y hagan tareas o estudien por la simple razón de querer aprender, pero la realidad es otra en muchas familias. Discusiones sobre el horario de tareas, tareas mal hechas y tareas no entregadas son parte de la vida diaria en muchas familias hoy en día. Claro está que el aprendizaje es un proceso activo, por eso un alumno pasivo que no pone de su parte no aprenderá, ya que es imposible obligar a un niño a que aprenda, entienda o memorice.


Las causas de la baja motivación

Hay niños que pareciera que nacen con la motivación, se entusiasman en clase y disfrutan aprender. Ellos tienen una motivación intrínseca muy alta lo cual facilita el aprendizaje y generalmente son los alumnos con buenas notas. Además logran cumplir las expectativas de los padres y maestros; se sienten exitosos.


¿Pero qué pasa con los niños que perdieron estas ganas de aprender?

Ellos no sienten cercanía con la temática y pareciera que son haraganes porque les faltan las ganas de esforzarse. A veces son niños que aún no han experimentado que vale la pena esforzarse porque no han obtenido éxitos a pesar de sus horas de estudio. Aún más grande es el problema cuando existe alguna dificultad de aprendizaje. Los niños reciben constantemente comentarios de maestros y padres como “¿Por qué no practicaste?” o “No puede ser que se te olvidó, ayer lo expliqué.” cuando en realidad estudiaron muchas horas.


Si los seres humanos vivimos seguido una situación en la cual no podemos influenciar el resultado, empiezan a perder de vista la relación entre sus comportamientos y sus resultados. No importa lo que hagan, al final no es el esperado y pierden la confianza en sus capacidades. Si los alumnos viven estas experiencias a menudo, empiezan a perder la motivación y dejan de esforzarse. Esto es un círculo vicioso que puede llevar a la frustración, la depresión o incluso a la adicción porque se les hace más fácil huir a otras realidades que luchar por algo imposible de lograr. Para leer más acerca de frustración escolar te invitamos a leer ¿Cómo motivar a mi hijo para hacer tareas?


El esfuerzo debe valer la pena

Todos sabemos que cada logro lleva al éxito. Y la razón es que un pequeño logro motiva a seguir, empodera y como decimos en Logicoo “da alas”. Por eso, debemos evitar comparar a los niños con muchas brechas de conocimiento con los mejores de la clase. Ellos deben ser evaluados de acuerdo a sus propias metas y avances. Debemos compararlos con su conocimiento o habilidades hace un mes y mostrarles todo lo que aprendieron con su esfuerzo. El esfuerzo debe ser reconocido, incluso cuando no lleva a los resultados esperados. Reconocemos que el apoyo de los padres es esencial para el éxito de cada alumno, para motivar esta ayuda te dejamos nuestra guía de 3 estrategias para que tu hijo pueda triunfar en matemática.


La falta de motivación intrínseca (desde adentro) puede ser recompensada por una motivación extrínseca (desde afuera). Eso quiere decir que si un niño no le interesa en lo más mínimo entender una tarea de mate o aprender gramática de Español, puede que con un premio social o material cambie la situación. La relación costo – beneficio que percibe el alumno puede generar un gran cambio en su motivación.


Lo que creemos que somos capaces

¿Pero qué pasa con un alumno que recibe amenazas, regaños, gritos o malos comentarios sobre su trabajo? No solamente las malas notas influyen en la motivación, sino también cómo interpretamos estas experiencias aparentemente negativas. Ya es suficientemente frustrante sacar las notas más bajas de la clase. Aquí los Padres juegan un rol importante y pueden aprender a utilizar palabras de empoderamiento que poco a poco traen frutos en la motivación de los hijos. Comparemos las dos familias:



Está comprobado que las palabras que usamos en casa y en el aula influyen en la autoconfianza y determinan si un alumno se enfrenta a un reto con motivación de lograrlo o si evita el reto. La combinación de incentivos con el uso de palabras de empoderamiento pueden hacer una gran diferencia.


Encontrar un propósito y conectar con los intereses

Para motivar a alguien se debe conocer a la persona, sus intereses y necesidades para identificar si hay alguna conexión entre la materia y estos intereses. Así podría ser que un chico de 14 años con dislexia al estar enamorado esté por primera vez interesado y motivado en escribir una carta o whatsapps sin errores. O pensemos en una niña con el sueño de rescatar animales está convencida de que no necesita nunca los números. Puede que entienda la importancia de la matemática al reflexionar sobre las donaciones que necesita recaudar y el manejo de dinero cuando tenga su refugio. Con algunos alumnos, especialmente de Secundaria puede valer la pena hablar sobre el por qué de una materia o una temática. De esta manera verán más beneficios y puede que estén más motivados para estudiar y esforzarse.


¿Y si nada de esto ayuda?

Si ya en casa hay una relación desgastada y la vida familiar es afectada por las discusiones del rendimiento escolar es importante dejarse ayudar por profesionales. Dependiendo del caso, eso puede ser una evaluación para descartar alguna condición que no le permite aprender igual que los demás. Otra solución excelente son las tutorías. Por ser personalizadas y con metodologías innovadoras e diferentes son un excelente recurso para ayudar a los alumnos a reforzar la materia constantemente, para diagnosticar brechas de conocimientos y para aprender a estudiar para un examen con estructura. Muchas veces los alumnos logran así el nivel esperado por el colegio y se dan cuenta que un poco mas de práctica si hace una diferencia. Una vez que logra salir del círculo vicioso que mencionamos al inicio, el alumno debe volver a estudiar por sí solo. En caso que el alumno tenga depresión o se opone completamente para asistir al colegio es necesario una ayuda psicológica.



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